Barcelona 12 01 2017 Contraportada Entrevista con Murat Khupov que es de la republica rusa de Adiguesia autor del himno nacional director de coros y orquestas Foto de RICARD CUGAT

VIERNES, 13 DE ENERO DEL 2017 – 20:52 CET

Director de orquesta, coro y compositor, Murat Khupov nació en Adigueya, una de las repúblicas menos conocidas de la Federación Rusa. En el 2002 vino a Barcelona por una temporada, pero la intervención de Santa Rita hizo que alargara su estancia. Hoy dirige ocho corales catalanas.

–Tendrá que disculparme, pero no sabría situar Adigueya en el mapa. Yo tampoco tenía ni idea de que existía Catalunya antes de venir aquí y de España solo había oído tópicos sobre la fiesta y la siesta.

–Preséntenos su país, por favor. Se extendía originalmente desde la costa este del Mar Negro hasta las montañas del Cáucaso, pero la guerra y la ocupación rusa [de 1864] provocó la muerte y el exilio de millones de personas. A los 20.000 adigueses que quedaron les impusieron la cultura rusa y los separaron en cuatro autonomías, entre ellas la de Adigueya.

–Usted estudió música durante 20 años y acabó componiendo el himno nacional. Durante la presidencia de Yeltsin, en la primera mitad de los años 90, había un poco más de libertad y Moscú daba mucho dinero porque creían que a más dinero más democracia. Yo había terminado mis estudios en el conservatorio superior de Rostov y me llamaron para que volviera a Adigueya a montar y a dirigir una orquesta sinfónica y un coro nacional. Por eso compuse el himno.

–Llegó a ser una autoridad cultural. Al principio trabajé con libertad, pero hubo un cambio político y empezaron a venir a los ensayos a decirme qué había que tocar.

–¿Por eso se marchó? Principalmente fue por motivos políticos, pero se juntaron más cosas. Me habían premiado en Moscú, tenía muchas ofertas laborales y empezaba a mostrar síntomas de la enfermedad de la fama. Por un lado sentía orgullo personal y por otro no me dejaban trabajar. Estaba muy descolocado.

–En el 2002 dejó todos sus cargos y se fue. Fue una decisión muy difícil, porque también acababa de nacer mi hija. Pero necesitaba irme un tiempo y ver las cosas desde fuera, por eso acepté la invitación de unos conocidos que vivían en Barcelona.

–Iba a quedarse por poco tiempo… Esa era la idea. Llegué un 7 de abril y el 22 de mayo, festividad de Santa Rita, entré en la iglesia de Sant Agustí. No soy creyente, pero estaba lejos de mi país, sin familia, sin trabajo… y le puse un cirio a Santa Rita.

–La de las causas imposibles. Iba con un amigo y al salir nos encontramos con una conocida que era cantante. Estaba desesperada porque al día siguiente tenía una actuación en aquella misma iglesia y se había quedado sin pianista. «Murat te puede acompañar», le dijo mi amigo. Y así fue como acabé tocando en la iglesia de Sant Agustí todos los fines de semana.

–Y Barcelona se convirtió en su casa. Dos o tres veces estuve a punto de volver, pero siempre había algo que me retenía. Empecé a estudiar la lengua y la cultura catalanas y su historia de represión me recordó a la de mi pueblo. Las canciones populares catalanas son tristes y oscuras, como las de mi país, y me puse a investigarlas. He ampliado el repertorio coral con canciones del Lluçanès y me encantan ‘La dama d’Aragó’, el villancico valenciano ‘El Xiquet’ y ‘L’hora fosca’, de Mallorca.

–¿No volverá a Adigueya entonces? Me han llamado varias veces, pero la situación política es inestable y todo se decide desde Moscú. Yo ya he hecho mío el catalán porque mi lengua materna [el adigués] la mataron y también participo en los actos a favor de la independencia. Es como una necesidad personal. En Adigueya cualquier intento de reivindicar la cultura propia me llevaría a la cárcel.